Cuando se alistó en el ejército en busca de aventuras, Aidan Layne no pensaba que las cosas iban a resultarle tan duras, no pensaba que iba a echar tanto de menos su granja, sus animales, las máquinas y a los hijos de los granjeros vecinos. Pero ahí está el sargento que sabe bien que más que consuelo, lo que necesita la recluta es un poco de motivación y, para eso, nada mejor que un buen polvo.

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