Katja Kassin andaba algo caliente últimamente, demasiado trabajo y poca vida social, pero estaba en el lugar adecuado para encontrar alguna polla dispuesta a satisfacer sus oscuros y viciosos deseos. A solas con dos presos, Katja empezó a provocarlos, fregándose contra los barrotes. Cuando ya los tenía calientes como motos, cuando no pensaban en escapar sino en follársela por todos lados, se metió en la celda. Ellos, efectivamente, se dedicaron de pleno a satisfacer su culito ansioso de sexo.

0 Comments:

Post a Comment